jueves, 9 de diciembre de 2010

De diario

Mi ventana da la Plaza. Tengo por delante unas semanas en cama, en una gran cama con vistas a la plaza que a través de una luminosa y gran ventana francesa me hace llegar su pulso. Plaza vieja rodeada de una Sevilla más vieja aún, pasan por ella distintas tribus que la hacen suya a turnos la más de las veces, y compartidas otras, nunca agradecidas.Por la plaza, a mediodía de diario, discurren rápidas sombras que se esconden en el comedor social. Hay otras sombras, éstas oscuras, que desde temprano arrastran entre litros mal compartidos, pastillas trapicheadas y ¡Jopútaas!, su vida. Entrada la noche desaparecen.
Pero no todo es así, ni mucho menos!

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